Hoy escribo sobre una maravilla de libro y edición: "El hombre que plantaba árboles" (VER FICHA LIBRO). Es una fábula, un relato corto que fue publicado por primera vez en 1953, y la de Duomo ediciones (VER WEB) es una de las últimas reediciones que se han publicado aquí en España; preciosa para mí.
Un narrador anónimo nos cuenta que en junio de 1913 emprendió un largo viaje a pie por unos montes aún desconocidos para muchos de los turistas de la época, en la región de los Alpes que penetra en la Provenza. Describe aquellas tierras desiertas, sin apenas vegetación y árboles, hasta llegar a un pueblo abandonado, con sólo tres habitantes, algunas casas casi en ruinas y un pozo seco*.
Nuestro narrador decide adentrarse en el pueblo por si encuentra un poco de agua para saciar su sed, pero no tiene suerte. Después de varias horas da con un solitario y poco hablador pastor, que le ofrece agua, comida y su morada para descansar, una casa de piedras que él mismo ha levantado sobre una de las ruinas del pueblo. Y aquí arranca la amistad (o más bien admiración) de nuestro narrador hacia Elzéard Bouffier, el pastor.
Elzéard perdió a su familia en trágicas circunstancias y decidió aislarse en aquel paraje, cuidando de sus ovejas y ocupando el resto del tiempo libre en plantar árboles por todo el monte, para dar vida al pueblo a la vez que llenaba de vida su propia soledad. Años más tardes, tras la Primera Guerra Mundial, nuestro narrador vuelve a acercarse a aquel pueblo buscando a su viejo conocido, quien, ajeno a la guerra, había seguido su labor de plantar árboles. Contempla cómo la lenta labor del pastor empieza a dar sus frutos: el pueblo ha cambiado, hay muchos árboles ya crecidos y hasta mana agua en arroyos que la primera vez vio secos, dando lugar también a mucha vegetación alrededor. Nadie más que nuestro narrador sabe que todo es obra de Elzéard, y hasta los pocos que van viendo el cambio del paisaje piensan que es fruto del crecimiento natural del bosque. Nuestro narrador siguió visitando casi cada año a Elzéard, y disfrutaba viendo cómo crecía la vegetación y la vida en aquel lugar, que fue protegido con guardas forestales, y que siguió su avance pese a la Segunda Guerra Mundial, tras la cual vuelve a visitar aquel pueblo fantasma que una vez vio. Corre el año 1945, y ya un autobús cubre la ruta que antaño debía hacer a pie. Su asombro fue mayúsculo: los árboles habían llenado de agua y vegetación las tierras antes yermas, y ahora el pueblo tenía casas, fuentes, árboles, y varias familias empezaban a instalarse allí.
Y todo empezó con unas cuantas semillas ...
Para mí, Igual que esas tierras hubiesen muerto por la falta de árboles (que las oxigenaron creando vida a su alrededor), Elzéard hubiese muerto de soledad y tristeza si no hubiese encontrado la forma de ser feliz (levantándose cada día con la ilusión de plantar esos árboles). Un ejemplo de lo mucho que podemos lograr con dedicación y paciencia.
CURIOSIDADES:
- El autor recibe de una editorial americana el encargo de escribir sobre una persona que fuese inolvidable, pero cuando la editorial lee el texto y ve que es todo inventado no lo edita. Finalmente otros se fijan en la historia y el autor decide ceder los derechos de la misma, y es ahí cuando empieza a editarse y traducirse a varios idiomas ... y hasta hoy.
- Tuvo tanto éxito esta historia en su día, gustó tanto, que muchos lectores creyeron que Eleazar Bouffier existió de verdad, y que el anónimo narrador era el mismo Jean Giono. En 1957 el autor, a través de una carta, aclaraba que todo fue inventado por él.
- Existe un corto sobre esta historia, que recibió un Oscar en 1987.
Recuerda que puedes enviarme tu propia opinión de este libro.
Un narrador anónimo nos cuenta que en junio de 1913 emprendió un largo viaje a pie por unos montes aún desconocidos para muchos de los turistas de la época, en la región de los Alpes que penetra en la Provenza. Describe aquellas tierras desiertas, sin apenas vegetación y árboles, hasta llegar a un pueblo abandonado, con sólo tres habitantes, algunas casas casi en ruinas y un pozo seco*.
[* No es difícil imaginar escenas así en muchas zonas del territorio español durante aquella época, ¿verdad?]
Elzéard perdió a su familia en trágicas circunstancias y decidió aislarse en aquel paraje, cuidando de sus ovejas y ocupando el resto del tiempo libre en plantar árboles por todo el monte, para dar vida al pueblo a la vez que llenaba de vida su propia soledad. Años más tardes, tras la Primera Guerra Mundial, nuestro narrador vuelve a acercarse a aquel pueblo buscando a su viejo conocido, quien, ajeno a la guerra, había seguido su labor de plantar árboles. Contempla cómo la lenta labor del pastor empieza a dar sus frutos: el pueblo ha cambiado, hay muchos árboles ya crecidos y hasta mana agua en arroyos que la primera vez vio secos, dando lugar también a mucha vegetación alrededor. Nadie más que nuestro narrador sabe que todo es obra de Elzéard, y hasta los pocos que van viendo el cambio del paisaje piensan que es fruto del crecimiento natural del bosque. Nuestro narrador siguió visitando casi cada año a Elzéard, y disfrutaba viendo cómo crecía la vegetación y la vida en aquel lugar, que fue protegido con guardas forestales, y que siguió su avance pese a la Segunda Guerra Mundial, tras la cual vuelve a visitar aquel pueblo fantasma que una vez vio. Corre el año 1945, y ya un autobús cubre la ruta que antaño debía hacer a pie. Su asombro fue mayúsculo: los árboles habían llenado de agua y vegetación las tierras antes yermas, y ahora el pueblo tenía casas, fuentes, árboles, y varias familias empezaban a instalarse allí.
Y todo empezó con unas cuantas semillas ...
Para mí, Igual que esas tierras hubiesen muerto por la falta de árboles (que las oxigenaron creando vida a su alrededor), Elzéard hubiese muerto de soledad y tristeza si no hubiese encontrado la forma de ser feliz (levantándose cada día con la ilusión de plantar esos árboles). Un ejemplo de lo mucho que podemos lograr con dedicación y paciencia.
CURIOSIDADES:
- El autor recibe de una editorial americana el encargo de escribir sobre una persona que fuese inolvidable, pero cuando la editorial lee el texto y ve que es todo inventado no lo edita. Finalmente otros se fijan en la historia y el autor decide ceder los derechos de la misma, y es ahí cuando empieza a editarse y traducirse a varios idiomas ... y hasta hoy.
- Tuvo tanto éxito esta historia en su día, gustó tanto, que muchos lectores creyeron que Eleazar Bouffier existió de verdad, y que el anónimo narrador era el mismo Jean Giono. En 1957 el autor, a través de una carta, aclaraba que todo fue inventado por él.
- Existe un corto sobre esta historia, que recibió un Oscar en 1987.
Recuerda que puedes enviarme tu propia opinión de este libro.
Conozco a Jean Giono de "Un rey sin diversión" y realmente tiene un prosa que es pura belleza. Me encanta este relato que nos comentas hoy, por el paisaje y el personaje. Me lo llevo. Bss
ResponderEliminarPues no sabría decirte, creo que empezaré viendo el corto antes de decidir
ResponderEliminarBesos
No me sonaba de nada y me has convencido completamente.
ResponderEliminarBesotes!!!
Creo que es una maravilla¡¡ lo apunto y me hago con él en cuanto pueda¡¡ besos¡¡
ResponderEliminarMe encantan este tipo de libros. Me lo apunto.
ResponderEliminarUn besote.
No pinta mal...
ResponderEliminarMe lo apunto en mi lista infinita y quizá más adelante le dé una oportunidad.